5/12/07

¡Fuera las Manos de los Consorcios!

Se acerca fin de año y pronto comenzarán a proliferar las llamadas telefónicas, los mails y mensajes de texto deseando felicidad y prosperidad. Sin embargo, solemos olvidar la parte que nos toca. Es decir, que en gran medida, eso que deseamos, depende de nosotros.

Hace poco ha ocurrido en Buenos Aires un acontecimiento que nos debe hacer reflexionar: Un grupo de Administradores de Consorcios junto con algunos legisladores de la Ciudad pretendían transformar en ley un Colegio Profesional Único para la actividad de administrar edificios que encubría un grosero despojo a los propietarios.

El hecho trascendió a los medios de difusión, y fue tan grande la reacción que provocó en el público, que tuvieron que postergar el tratamiento de ese proyecto para el año próximo.

En realidad, bajo la apariencia de un inocente Colegio Profesional se escondían dos disposiciones que iban a cambiar la propia naturaleza de la Propiedad Horizontal, en perjuicio de los millones de familias que habitan esos conglomerados y en exclusivo beneficio de unos pocos administradores. Una de ellas disponía el insólito derecho de esos mandatarios a desoír las resoluciones de las asambleas de propietarios cuando lo consideraran conveniente. La otra disposición era aún más artera: proclamaba a los administradores como legítimos depositarios de los dineros de los propietarios, con lo cual se impediría a éstos abrir una cuenta en un Banco a la orden del propio Consorcio.

Un negocio redondo
Las minúsculas agrupaciones de administradores patrocinantes del lucido proyecto han afirmado recientemente que el año próximo volverán a la carga con el tema y es probable que así sea, porque hay mucho dinero de por medio. Piénsese en la enorme “caja” que esos señores pasarían a manejar con la suma de todos los fondos de reserva de los 180 mil Consorcios de la ciudad!

Por esa razón y porque las extraordinarias facultades con que se investían a sus dirigentes incrementarían el valor de las expensas, rubro hoy tan sensible, hicieron explotar de indignación a la opinión pública en un grito que no tuvo más que una traducción: “fuera las manos de los Consorcios”.

Desde el año 1948, con la introducción de la ley 13512, la Propiedad Horizontal ha sido una especie de “coto de caza” para las corporaciones de Encargados y de Administradores. En medio de ellas están los propietarios y los inquilinos, que hasta hoy no hacen otra cosa que pagar sin chistar lo que aquellos conciertan y disponen con total desparpajo. Claro, es más fácil cazar dentro de un coto cerrado que en campo abierto. Pero como todas las cosas del mundo, las injusticias también tienen un limite. Y el argentino, aún cargando con su fama de desinterés, está comenzando a superar aquello del “no te metás”, para hacer oír su voz.

Más allá de este caso en particular, lo que mueve a reflexión es que el país pareciera estar transformando sus estructuras de poder. Nos enseñaban en la escuela que los poderes del Estado eran tres: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Pero hoy asistimos a que en la práctica, existe un único poder fragmentado en innumerables corporaciones, que son grupos de intereses, así se llamen colegios profesionales, partidos políticos, gremios o grupos empresarios. El poder, que naturalmente debe orientarse al ordenamiento de la sociedad, en la práctica viene a ser el arte de hacer pagar a la comunidad todo tipo de contribuciones, llámense como se llame a los impuestos, expensas, tarifas, peajes, gabelas y derechos de toda clase.

En la Legislatura Porteña parecen estar dispuestos a continuar con la proliferación de todo tipo de corporaciones. Como bien apuntó recientemente un dirigente barrial, se han presentado ante ese cuerpo legislativo numerosos proyectos de colegiación. Algunos de los más insólitos. A saber: Colegio de Licenciados y Tecnicos en Cooperativismo y mutualismo, de Ingenieros Electricistas, Electromecánicos y Mecánicos, de Gestores ante los Registros de la propiedad del automotor y de Créditos Prendarios, de Licenciados en Comercio Internacional y Exterior, de Profesionales de Higiene y Seguridad en el Trabajo, de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, de Operadores Técnicos en Artes Sonoras, Musicales y Visuales, etc...
Situados dentro de ese cerco, de ese verdadero coto de caza, se encuentra la enorme mayoría de personas que no participan en corporación alguna por la sencilla razón de que dedican todo su tiempo a trabajar, estudiar y cuidar de su familia. Y por supuesto, a ganar lo suficiente como para sostener toda aquella estructura corporativa. Esa es la realidad.

Sutilmente se confunde la sana necesidad de asociación, de agremiación y colegiatura, con la picardía de utilizar al Poder Público para crear verdaderas “cajas”, obligando al resto de la sociedad a pagar lo que discrecionalmente las cúpulas de aquellas corporaciones determinan. Mediante la prótesis rígida del Estado, se ahoga la sana competencia entre los asociados y se impide la natural evolución de las entidades.
Lo dramático es que quienes ejercen el poder, parecen no darse cuenta de la dirección ideológica a que apunta esa creciente corporativización de la sociedad.
Pese a que nuestros políticos de profesión creen ser “de izquierda” o “liberales”, en realidad, todos ellos marchan por un sendero inaugurado hace mucho tiempo por un personaje nefasto que se llamó Benito Mussolini, el verdadero teórico del fascismo.

Convendría aprender un poco las enseñanzas de la historia.

Dr. Osvaldo LoisiPresidente de la Fundación Liga del Consorcista
FUENTE: www.ligadelconsorcista.org/fuera_las_manos

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